Una entrevista a un poeta 'flâneur' tarraconense

"Que la verdad no te estropee una buena historia"

Antonio Orza Tortosa es un poeta tarraconense cuyas poesías impresionan por la fuerza de sus verbos y, además, por la profesión que él ejerce; es vigilante en la cárcel local. Algo que parece contradictorio y que, no obstante, este poeta explica con una profunda filosofía vital. Le atraen la lectura, la fotografía, el cine, el teatro, la tipografía, la escritura con pluma y tinta; el arte en general. En invierno le gusta comer la escudella catalana, y en verano gazpacho.

A la pregunta, qué cuadro sería la vida si la tuviera que pintar, responde "Un mundo, de Ángeles Santos". 
Tiene publicado por la Editorial Neopàtria, el libro Poeta de Terraza. 

¿No es contradictorio ser poeta y a la vez vigilante en una cárcel?

—No. Es un prejuicio. La mayor parte somos licenciados y utilizamos el lenguaje verbal no violento para la resolución de conflictos. Precisamente por enfrentarnos a la violencia estamos continúamente formándonos. Fuera de nuestro trabajo, la creatividad nos permite  realizarnos. No soy un bicho raro. Hablamos de Chéjov y Bukowski en los patios. Pero vende más lo sórdido, los algoritmos de google así lo dicen. La verdad es lo que no se olvida y los creadores de historias no están por quitarnos del error. Que la verdad no te estropee una buena historia.

Tus poesías están dedicadas también al amor...
—No están dedicadas al amor. No aparece Laura de Petrarca, o Beatriz de Dante. La búsqueda del amor sí, existe. Primero a uno mismo. A reconciliarte y amarte como eres: un embutido de ángel y diablo. Segundo a descubrir que entre la sordidez de este mundo, aparece la belleza. Un momento de epifanía, de iluminación que hace que  el alma no se desangre en la existencia. El tercer tema es la lucha contra la nada, la muerte, o la página en blanco. Para ello utilizo símbolos como el espejo, o las escaleras.. Sería prolijo, pero así, como hay imágenes poliédricas, también los temas son diversos. 

¿Cómo autodefinirías tu carácter?

—Bipolar, holístico, flaneur, tenaz, obsesivo, apasionado, terco. Un bípedo implume empeñado en volar. Y también contradictorio. 

¿A veces sientes tu alma como si estuviese encarcelada?

—Soy licenciado en Filosofía. En la cárcel el infierno, como diría Sartre, son los otros, no las rejas, los muros y las puertas. Como diría John Donne, nadie es una isla, el dolor de las personas internas nos traspasa. Sobre todo la ausencia de esperanza. Intentamos que el abuso y la impunidad no avance. Me explico: es aquel pecado por pereza mental que nos hace admitir lo inaceptable. Somos servidores públicos y creemos en la justicia. Si no acepto lo inaceptable soy libre. Yo así lo hago. Todo lo demás lo puedo entender. 

¿Qué te da y te quita tu trabajo?

—Mucho. No sería la persona que soy sin las experiencias y hechos vividos. Ha sido una gran escuela de la vida. Por lo demás, a parte del prisma del dolor como superación ni un solo poema habla de la carcel. 

¿A dónde te irías sin vuelta?

—Estoy donde quiero estar. Vivo en el casco antiguo de Tarragona con un entorno espectacular, unos vecinos maravillosos, y todos mis amigos cerca. Es por ahora, mi lugar en el mundo, y al lado de mis hijas y mi nieta. Tengo raíces. 

¿Qué compromiso no harías nunca?

—Una entrevista en la que cambiaran el sentido de mis palabras, o me etiquetaran como carcelero poeta. Quiere decir que no habrían entendido nada de mí.

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Foto: cedida