Una entrevista a un corrector de estilo

"Escribir es una de las tareas más edificantes que he hecho nunca"

Francisco Rodríguez Criado es un escritor, corrector de estilo y editor de una red de blogs sobre literatura y corrección de estilo, entre ellos, Escribir y Corregir y Narrativa Breve. Es de Cáceres y vive en Madrid. Sus aficiones son el cine, la literatura, el fútbol, los viajes, los paseos e internet. 

¿Por qué tu trabajo de corrector de estilo se ha hecho imprescindible en los últimos años? 
El adjetivo “imprescindible” es muy voluble. Hoy día, por ejemplo, muchos consideramos imprescindible tener teléfono móvil, ordenador portátil y conexión a internet, algo que en mi infancia carecía de interés por un motivo obvio: no existían. 
Dicho esto, creo que la pulcritud formal de un texto siempre ha sido un tema importante para cualquier escritor, aficionado o profesional, que estime a sus lectores y que se estime a sí mismo. Si ahora hay una demanda mucho mayor del servicio del corrector es quizá porque hemos conseguido mayor visibilidad. “Yo soy yo y mi circunstancia”, escribió Ortega y Gasset. Pues resulta que ahora nuestra circunstancia juega a nuestro favor. Somos una parte viva de la industria de la edición. Una parte discreta, secreta si se prefiere, pero útil. Y esto es así, en cierta medida, porque son muchas las personas que intentan hacer carrera literaria, algo que no sucedía cuando yo publiqué mi primer libro, en 2001. Comencé a impartir talleres de escritura creativa en 2004, cuando este tipo de cursos tampoco eran tan populares como ahora.

El mundo editorial ha cambiado mucho...
El panorama editorial ha cambiado mucho en los últimos quince o veinte años. Y cuando un proceso cambia, la función de los actores implicados en él asumen en ocasiones papeles más significativos.  
Resumiendo: talleres literarios, interés en escribir y publicar, pundonor, miedo al escarnio público por culpa de lectores críticos que se quejan en las redes sociales de las faltas de ortografía en particular y de la mala redacción en general... Creo que estos elementos han ayudado a que el oficio del corrector de estilo se encuentre en un momento dulce. 

¿Qué no querías ser de pequeño?
—Hay algo que no me apetecía ser de pequeño: mayor. Y si ahora soy mayor es porque no tengo más remedio.

¿Hay palabras "sucias" en un idioma?
—Esa es una buena pregunta para la que tengo una mala respuesta: no lo sé. He reflexionado sobre ello en numerosas ocasiones y nunca he sido capaz de discernir por qué algunas palabras tienen pedigrí y otras son fiscalizadas, cuando no directamente censuradas.
Tengo dos niños pequeños y en casa estamos haciendo esfuerzos para que no digan palabrotas. No me gusta que se les escapen esas palabras que consideramos “feas”, aunque lo cierto es que a priori son palabras como otras cualesquiera. Si las consideramos feas es porque culturalmente se da por hecho que son palabras de segundo nivel. O sea que sociológicamente hay palabras de primera y de segunda división. Eso justifica –o al menos explica– por qué en privado los adultos usamos un lenguaje más directo –y menos elegante, si se prefiere– que en ambientes donde estamos obligados a dar buena imagen.

¿Y en la literatura?
—En la literatura, las palabras sucias, feas, de segundo orden son necesarias en determinados casos, por ejemplo para perfilar a ciertos personajes. Algunos escritores reproducen el lenguaje mimético de la calle... Recordemos El Jarama, de Sánchez Ferlosio... José Saramago, por el contrario, elaboraba discursos filosóficos-narrativos al margen de la extracción sociocultural de sus personajes, de ahí que estos hablen en sus novelas como el propio Saramago. Es decir, cualquiera de sus personajes habla como un Premio Nobel de Literatura.

¿Se puede decir que hay conceptos y pensamientos "sucios"?
—Por supuesto que hay conceptos y pensamientos feos. Detrás de cada mala acción siempre hay un pensamiento que ha desencadenado esa acción. Las redes sociales están llenas de pensamientos censurables hechos palabras.

En tu opinión, ¿qué relación hay entre el sentido de una palabra y su composición sonora?
—Desconozco si esa relación existe. Solo sé que hay palabras sinónimas que significan lo mismo y su escritura y pronunciación no tienen nada que ver entre sí, lo cual no apoya en principio esa teoría. Pero ya digo que es un asunto muy particular que se escapa de mis competencias y está solo al alcance, supongo, de algunos expertos. 

¿Cómo sería el libro de tu vida y qué necesitarías para escribirlo? 
A todo escritor le gustaría escribir una obra que perdure en el tiempo, que se lea durante siglos, que inspire a otros escritores y alimente el espíritu de numerosos lectores de todo el planeta. Ignoro cuál podría ser ese libro en mi caso. Intuyo que moriré sin escribir una obra de tal calado. 
Pero, salvando distancias con estos libros universales, creo que El Diario Down (Tolstoievski, 2018) es la obra que más se acerca a ese concepto de “el libro de mi vida”. Para poder escribirlo necesité que un acontecimiento sacudiera los cimientos de mi existencia. Suena pretencioso y dramático, pero se ajusta a la realidad (el entrevistado se refiere al nacimiento de su primer hijo, que vino al mundo con el síndrome de Down y una cardiopatía severa: apunte de la entrevistadora).

¿Por qué escribes? 
En la preadolescencia sentí un fuerte deseo de hacer alguna actividad creativa.  Ya de adulto descubrí que podría escribir. Mejor o peor, pero podía escribir. La literatura es quizá la salida más socorrida para desarrollar una vocación de tipo artística: además de talento, solo necesitas bolígrafo y papel, u ordenador, si se prefiere. Yo suelo decir que escribir es la disciplina artística ideal para los pobres. Para hacer cine, por ejemplo, necesitas una gran cantidad de recursos y de personas que se involucren en el proyecto. 
Escribo por muchos motivos, pero, por resumir, diré que la escritura me permite compartir con el lector y conmigo mismo mis anhelos y frustraciones, y también organizar mi visión del mundo. 
Escribir es una de las tareas más edificantes que he hecho nunca, aunque no está exenta de contrariedades, ni mucho menos.   

¿Te arrepientes de algo? 
—Carezco del espíritu narcisista u optimista de quienes dicen que no se arrepienten de nada. Yo soy poco autocomplaciente. Así que la respuesta es: sí, me arrepiento de casi todo lo que he hecho en esta vida, pues creo que casi todo podría haberlo hecho bastante mejor. 

¿Cómo definirías la 'infancia' y la 'felicidad'?
—En mi caso ambas palabras son la misma cosa. Sí, ya sé que se puede ser infeliz en la infancia y feliz en la madurez, pero yo tiendo a tratar “infancia” y “felicidad” como palabras sinónimas. Ambos vocablos me remiten a la alegría de vivir. 

Si fueras minero, ¿qué tipo de piedras crees que sacarías?
Supongo que esa piedra con la que siempre tropiezo por segunda vez. 

¿Cuál sería tu mensaje  para este blog?
—Gracias, Rossi, por hacerme una entrevista. Ha sido todo un placer responder a tus preguntas.

Foto: cedida


Sus blogs:

Narrativa Breve

https://narrativabreve.com/

Escribir y corregir

https://www.escribirycorregir.com/






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