Un reportaje sobre una violinista callejera búlgara en Cataluña



Desde Puentes hasta Aramaisesap

“Hemos empezado con mucha exaltación hace tres años. Éramos unos setenta músicos de Europa, América del Sur y Asia", empieza a contarme la historia de la Asociación Intercultural Puentes, Lyubomira Stoycheva, o como la conocen por Tarragona, simplemente “la violinista Lyuba”.

Ambas nos ponemos cómodas a tomar un café en la terraza de un bar en la Rambla Nova, en Tarragona. Ella toma un sorbo de café y me cuenta un poco sobre sí misma, entusiasmada de que íbamos a conversar sobre su tema preferido, la música y el arte en general.

Es búlgara de origen, y proviene de una ciudad histórica a orillas del río Danubio que se llama Silistra. Lyuba es una violinista profesional; ha estudiado música en varias escuelas especializadas en las ciudades búlgaras Ruse y Varna. Ha viajado mucho por Europa, tocando el violín por las calles de varias ciudades antes de decidir quedarse definitivamente en la ciudad catalana.

Asociación Intercultural Puentes, ha fundado hace tres años junto al catalán Juan Ramón Rebenaque, un hombre que valora mucho la música y muy amigo de Lyuba en aquel momento, y la búlgara Nadia (Nadezhda) Tsankova, de la ciudad Dolni Dabnik, una mujer que adora los libros y criada en una familia de matemáticos.

Es el destino quien le ha puesto a su amiga en el camino, recuerda Lyuba, cuando Nadia le había pedido clases privadas de música para su hijo. “Daba clases a Nadia también, y ahora ya toca muy bien la flauta pastoril y el tambor”, sonríe Lyuba, y sus ojos brillan por encima de su vestido con motivos florales.

¿Cómo es que te has quedado aquí después de tantas vueltas por  Europa?

Mi pregunta no la sorprende. Contesta que Tarragona le había impresionado desde el primer momento cuando hace cinco años, pasando por aquí, en el casco antiguo conoció a otros músicos y artistas. En aquel período tocaba el violín por la Rambla, pero el feeling inmediato con los demás, las ideas en común y la pasión por la música hicieron que participara en los conciertos junto con los otros músicos. Llevan juntos dos años.

“Todo entre nosotros empezó como  una aventura”, dice en voz baja con nostalgia,y añade que han tenido "muchas iniciativas juntos. Cal Pobre, de alguna manera, era nuestro centro cultural, aunque fuera del sentido común", dice.

Después de haber convivido un cierto tiempo, los artistas al final se separan, cada uno por su lado. El mismo abandono del espacio Cal Pobre es el que pone el inicio de la Asociación Intercultural Puentes.

Los tres amigos, amantes de la música  Lyuba, Nadia y Juan Ramón― deciden  registrar su actitud, llevados por el deseo de poner un punto y partida para diferentes culturas, donde la gente se pueda encontrar, comunicar e intercambiar opiniones. La idea es sencilla; organizar una vida cultural activa, de encuentros artísticos, exposiciones, fiestas típicas y noches dedicadas al jazz, blues y al rock.


La ilusión de una artista callejera
“Hasta julio del año pasado, era difícil ser músico callejero en Tarragona porque no era legal. Pero yo tocaba el violín sin problemas por las calles de Altafulla, Torredembarra, Sitges, Vilanova”, sigue Lyuba su relato. Ahora está ilusionada con el nuevo proyecto Aramaisesap, cuyo nombre proviene de la frase en catalan 'Ara-Mai-Se-Sap' ("Ahora nunca se sabe"). Es un nombre que le pega a la compañía artística que se ha propuesto fusionar la poesía, la música y el teatro ―ser "diversartística"― como la autodefine la violinista junto a sus compañeros Dani Herrero y Joan Torrent. Implicando la voz, la escenografía y la interpretación teatral, ellos incorporan en sus espectáculos varias obras poéticas.


Foto: cedida


Asociación Intercultural Puentes, en facebook:


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