Un cuento de suspense
HISTORIAS QUE HUELEN A VINAGRE La tarta era demasiado grande como para que se la comiera sola, pero de alguna manera quería celebrar su cumpleaños, que hace tiempo la alegraba y ahora la volvía triste. La compró en la pastelería de al lado de su casa sin ponerle velas, porque lo encontraba demasiado infantil. Cumplir treinta y cuatro años no debería deprimir a una mujer inteligente como Katy, sin embargo, el problema radicaba en la deprimente empresa en la que trabajaba de diseñadora gráfica desde hacía años. Necesitaba aire fresco para respirar con libertad en un clima amistoso, donde el cotilleo no se aceptara como algo normal y corriente. Aquel día veraniego, ella abandonó la tarta en medio de la mesa repleta de platos sucios, y reflexionó que tal vez hubiera valido la pena seguir acostándose con Jérôme y pasar la fiesta a su lado en vez de estar sola y aburrida como una ostra. Mientras sus pensamientos viajaban al pasado, en el que no había a