Un reportaje sobre tiendas naturistas

La herboristeria tarraconense L'Arbre de la vida simboliza la energía y la fuerza


“Quería ser microbióloga, pero toda li vida he trabajado como psiquiatra”, empieza su relato Rosario Segura Sala, de 64 años. Actualmente tiene, junto a su pareja, el boliviano David Melgar Arnez, “una puerta abierta a la calle”, la de su tienda L’Arbre de la vida, en calle Gasòmetre en Tarragona. Habla en voz baja, pero firme, y a la vez transmitiendo la seguridad y la confianza de una profesional y persona sabia. Demuestra una bondad mezclada con la sincera preocupación por la salud de la gente, que la tiene innata un buen médico, tal y como el ser humano lo tiene presente de toda la vida.

Su historia personal y profesional se complementan formando una harmonía , a la vez desventurada e iluminadora…
“La medicina complementaria no renuncia a la tradicional”, aclara desde el principio. Añade que la decisión de abrir la tienda de productos de herbolario salió, cuando hace cinco años por primera vez le detectaron cáncer. “Sentí la obligación moral de hablar de eso”, confiesa con franqueza. El modo de exponer su opinión sobre el tema hace que uno no se sienta incómodo nombrando una de las enfermedades más graves. En este aspecto, argumenta que hay que “dar información y que la gente decida”, sin presionar, tipo “haz lo que yo te diga”. Descartando a los charlatanes y a los pseudocientíficos, se define en la parte de los que forman “la medicina complementaria”, la de la herbodietética.

La decisión de ser psiquiatra y no seguir con la microbiología, tal y como tenía pensado antes, vino después de las prácticas que hizo en Italia, con 22 años, siendo jefa del grupo de estudiantes que se fueron de la Universidad de Valencia. “Sirvo para psiquiatra porque sé establecer el contacto y empatizar con el otro”, relata, y uno se fija que en ningún momento utiliza la palabra “paciente”. Mientras estaba en Italia, como si fuera ayer, recuerda el caso de una chica con un brote psicótico, a quién ella  tranquilizó “hablándole suavemente y empatizando”. Es allí cuando toma la decisión de elegir la psiquiatría como futura profesión. “Estuve dos años de alumna interna en la Cátedra de Psiquiatría en la Universidad de Valencia”, vuelve atrás en sus memorias, añadiendo que tuvo “la suerte de una muy buena formación y muy buenos profesores”. Está orgullosa de haber finalizado sus estudios con sobresaliente.

“Los profesores siempre me pillaban leyendo delante de la universidad”, sonríe.
Después tuvo la oportunidad de empezar a trabajar como psiquiatra en Tarragona, desde 1979 hasta 2005. “Un día escribiré un libro”, dice sin concretar más. Le gustaría solo contar, entre sus páginas, mucho más allá de lo que haya vivido como experiencia profesional y personal, también sus consejos para una vida saludable, dulce y sin muchas restricciones. Se retiró de la profesión cuando comprendió la sencilla verdad de que no iba a poder a cambiar el sistema en la psiquiatría. “Hay que cambiar las cosas por dentro también”, considera y menciona varias escuelas y teorías psiquiátricas que existen. “Un psicótico también necesita que se le diga que “no”, cuando es “no”.

Al darse cuenta de que no podía hacer “nada más por el sistema”, abrieron la tienda L’Arbre de la vida, junto con su pareja hace cinco años. Al principio hacía visitas por las casas, dejándolo poco a poco. Opina que “todo empieza a nivel energético y acaba en lo físico”; hablando de curas, “lo importante es el principio activo y la dosis eficaz y terapéutica”, por ello afirma que “la medicina natural no es menos rápida” que la tradicional. “Mi vida profesional empezó en los años ochenta. Hubo una lucha entre los médicos y los farmacéuticos. Un farmacéutico era como un médico”. Siendo ahora ella misma representante de la medicina no tradicional, alarma que hay que tener cuidado porque desde los últimos 20-30 años “hay muchos charlatanes”. Se sorprende de la ignorancia, cuando se dice que “las omegas curan el autismo”. “Se dicen barbaridades”, niega con la cabeza.

Al tener en su tienda la máquina de diagnóstico y tratamiento Quantum-Scio, está de acuerdo en que cada uno es libre de elegir el camino para curarse. En todo caso, tiene en cuenta el estrés como “la madre del cordero de todas las enfermedades”. Por ello, ve oportuno buscar diferentes terapias, según las molestias: hierbas concretas para aliviar la tensión o para el agotamiento, defendiendo la tesis que la competitividad hoy en día, es el motivo general del estrés, y de allí, la causa de las enfermedades y el malestar. “Hay que curar lo que está debajo de los síntomas”, recuerda cuidadosamente.



Consejos para una vida saludable
Su consejo para una vida más sana y dulce es sencillo: saber relajarse. Añade que no se necesita mucho; es “crear el ambiente, aunque solo con una vela o una sábana rosa”. Lo importante es “cambiar el entorno”, poniendo “aceite o vela y una imagen”, algo “simbólico que ayude” a que el cuerpo y la mente descansen. Da importancia a “un buen incienso”, porque “no somos solo mente, también tenemos el cuerpo”. Está segura que “a través de la mente se puede conseguir que el cuerpo cambie”. 

Cuando se le pregunta si le tiene miedo a la muerte, con una sonrisa responde que nadie sabe si hay algo después, pero que al vivir en “un mundo de apariciones”, si uno desaparece, “allí está el problema”.   
“Diría que he superado el cáncer, por la fase del enfado. He conocido más emociones y no las he negado”, concluye mencionando que es sorprendente cuando después de un diagnóstico así fuerte, los médicos te aconsejen que “lleves una vida normal”. “Espérate que lo tengo que digerir antes”, bromea.

Al final, da un consejo, algo que suena como una lección de vida: que nos demos a veces “algún gustito”, ya que “tenemos bastante con la muerte”.









   

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