Un reportaje sobre escritores

Las memorias del 'juntapalabras' Ferran Gerhard Oliva


En él hay algo especial que atrae como imán, provocando a que escuches su relato sobre la época cuando todavía se dedicaba al periodismo. Hoy, con 64 años, ve claramente las diferencias entre el periodismo de antes y de ahora. No se arrepiente de nada y si tuviese que volver a elegir su camino profesional, no dudaría a escoger la carrera de periodista.

Nació en Valls, pero es de descendencia suiza. Acabó sus estudios en la Universidad Autónoma de Barcelona. Vino a Tarragona en 1977 y empezó a trabajar en Radio Polular. Seis años más tarde, ya trabajaba como corresponsal para El Periódico de Cataluña.

La lectura es algo que le encantaba y era una especie de magia para él desde cuando era muy joven, cuando se sentaba en el sofá de su abuelo para leer horas y horas. Es amante de los textos, entre otros autores, de Charles Bukowski, André Breton, Beckett y A. Rimbaud.

Nada más empieza la conversación, uno se da cuenta que tiene delante a un verdadero profesional que es capaz de trasmitir sus conocimientos de una manera sencilla, pero convencido en la justicia de su línea profesional. “Como periodista tenía que contar verdades, y a mí me gusta manipular la verdad”, sonríe. Por ello, ahora es feliz haciendo lo que más le gusta: escribir libros, donde puede “contar mentiras”, como llama, con cariño, las historias que relata. Se define como un escritor de real ficción, un “juntapalabras”, a quien le encanta vivir en el mundo de los libros. Tiene una  biblioteca privada muy rica, colección de cuadros, muchas caricaturas de él hechas por sus amigos pintores… En esta singular fortaleza, es donde, en paz y aislado, lee y escribe sus libros.

No añora la época periodística, siendo un camino que ha recorrido enriqueciéndose, al “encontrar a muchas personas, y con conocimientos sobre el mundo”. De hecho, empezó a escribir libros después, al dejar el periodismo. Tiene editados diez libros propios y en otros nueve ha participado junto con otros autores: novelas, relatos, poemas, pensamientos y aforismos. “Mientras trabajaba, edité dos obras”, dice. A partir del 2008 es cuando se lanzó exclusivamente al mundo de la escritura literaria, a tiempo completo. Para él lo más importante es la historia misma, no tanto el lugar donde sitúa a los personajes, por ello las llama “historias universales”.

Recordando el inicio de su carrera, dice que dudaba entre estudios en Filosofía y el Periodismo. Ha estudiado también Derecho, cosa que le ha ayudado en su desarrollo profesional. Al venir a Tarragona, colaboraba con la Radio Popular de Reus, y de esta manera entró como redactor, y al año le ascendieron a jefe de redacción. “La radio dependía del Arzobispado. Nosotros montamos el equipo periodístico”. Era una línea totalmente “rupturista” y “en plena transición”, poco después de la muerte de Franco, por lo cual la define como “revolucionaria y de cambios”. Radio Ser era una emisora de burguesía y el nuevo equipo de Ferran apostó por “los cambios radicales”. “Nos llamaban “radio Pirenaica”, sonríe recordando los siete años que estuvo allí. Al inicio emitía desde su casa. Después de ciertas polémicas, le echaron de la COPE, ganó el juicio y continuó a trabajar como corresponsal para El Periódico de Cataluña. Hablando de aquella época, cuenta que a los dos años después de irse de la radio, ya resultaba fácil colegiarte como periodista. “Yo tuve que estudiar cinco años para que luego los directores colegiaran a todos, aunque no tuviesen los estudios necesarios”. 

El periodista de antes 
Comparando el modo de trabajar como periodista antes y ahora, expone que cuando él lo era, “había más retos y exigencia”. En el día de hoy, “ se publica de todo”, “sin contrastar dos fuentes como mínimo”, para comparar luego. Un periodista tiene que contar “una historia verdadera”, y opina sobre los actuales blogs y páginas web, que son algo nefasto. Ha publicado “historias duras”, ha sufrido denuncias y ha trabajado todos los temas, menos el deporte. “Antes los gerentes no se imponían a los periodistas, como ahora”, y dominaba “la lógica del interés del grupo”, para el cual se trabajaba. Una cosa impactaba: el medio de comunicación, donde uno se desarrollaba, era importante y servía de prestigio que previamente te tenías que haber ganado.

Entre sus memorias emerge su ocupación como corresponsal: “un trabajo duro”, donde tenía que estar a disposición del periódico las veinticuatro horas. “Yo estaba pendiente de todo. Me llamaban incluso por la noche, aunque hubiese acabado mi trabajo a las ocho de la tarde”. Se levantaba a las ocho de la mañana escuchando los informativos para elegir los temas que iba a hacer durante la jornada. Pero aunque era “una angustia”, ha sido un empleo bien hecho, verdadero y de emociones. “Se necesitaba entidad”, dice Ferran mirando hacia atrás, en un mundo de periodismo que quizás estamos perdiendo.

Foto: cedida




        
   

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