Un reportaje sobre pinturas

Los espectaculares cuadros de una pareja artística tarraconense 


Sus pinturas hablan por si mismas; lo hacen con el mágico pincel potente de las bellas artes. Para ello no hace falta conocerles desde hace mucho tiempo, ni tampoco profundizar en su mundo espiritual, porque lo están haciendo sus obras, cuya magia y belleza particular las convierten en verdaderas obras maestras.

“Pintaba desde pequeño, pero por una cuestión familiar acabé la escuela de deporte”, narra Nelson Branly volviendo atrás, en Cuba, de donde proviene. Tiene 48 años, de los cuales más de veinte lleva en Cataluña. “Vine con la idea de quedarme para siempre”, confiesa con sinceridad. Hace catorce años llegó a Tarragona, donde fascinado por el encanto de la antigua ciudad decidió quedarse. Aunque el motivo de sus aventuras y viajes a Argentina, donde estuvo trabajando cuatro años fuese “una historia muy larga”, mira hacia el recorrido camino con una sonrisa de sabiduría que la tienen solo los artistas. Al conocer a su pareja, a la catalana Emma Folch, de 45 años, enfermera en el hospital tarraconense, para él ya todo empezó a tener  mucho más sentido.

Ambos recuerdan con nostalgia cómo se conocieron. “Fue en un camping de la zona, donde Nelson trabaja de vigilante”, cuenta ella. Hablaban mucho de pintura, cuadros y pintores cubanos y españoles, y así, poco a poco, su amistad se convirtió en un romance inspirado por la pasión compartida hacia las bellas artes. Al contemplar reproducciones de sus obras, un admirador enseguida se da cuenta que estamos tratando con verdaderos pintores, aunque afirmen ser autodidactos. Emma añade que pintaba desde pequeña, pero al haberse criado en un entorno con arraigo a la tierra, no ha frecuentado clases particulares de pintura. Ya de mayor, iba al taller de la Asociación Pinzell Trempat de Reus. Habla con gratitud de la artista reusense Cori Torroja Marsal, con cuya ayuda participó en la exposición colectiva de la delegación catalana en Louvre, en 2011.

Sus mensajes artísticos
Emma y Nelson trabajan con óleo y acuarela, pero tienen maneras diferentes de expresar sus emociones y hacer llegar sus mensajes a los aficionados al arte: a ella le encanta pintar paisajes urbanos, y relata entusiasmada sobre ello, por lo contrario él es más de 'paisajes de imaginación'. “Me gusta pintar bicicletas y coches cubanos de los años cincuenta”, con espontaneidad, dice Emma. El tamaño de sus cuadros y la alegría de los colores que utiliza, los convierten en un regalo personal deseado y de mucho cariño. Para este fin, se inspira durante los viajes que realiza, sola o acompañada por Nelson, haciendo fotos que después le servirán como base en el desarrollo de los cuadros. Sus obras tan exclusivas llevan la vitalidad y la sencillez encantadora de la atmósfera urbana, mezcladas con una retro nostalgia.

El arte de Nelson, es como si viniera directamente de la época de los famosísimos paisajistas realistas, con su irrepetible belleza, el verde intenso y la indudable majestuosidad. Mirando las reproducciones expuestas en su blog virtual Emma y Nelson, uno piensa fascinado en el espacio sin límites de la finura y de la perfección…

Volviendo atrás en el tiempo, Nelson recuerda que empezó en el arte, en los años noventa, vinculado a varios pintores en su país de origen. Ya nacionalizado español, hace años, relata sus vivencias en su patria, nombrando al pintor cubano Tomás Sánchez que “revolucionó la pintura sacando a la vista el paisaje, cubano y en general”. En aquella época, “se vivía del arte”. Nelson participaba en ferias y exponía en galerías, pintando entre semana. “Los precios eran accesibles, que no tenían nada que ver con los de Europa”, explica. Rememora que comenzó a pintar en Cataluña, con su llegada. “No necesito motivación”, da la respuesta de sus inquietudes artísticas, aunque tardó “años en conocer pintores de aquí”. Al conocer a Emma, confiesa que se le abrieron oportunidades, en exposiciones y ventas. Hasta ahora ha participado en unas veinte exposiciones colectivas.

En varias ocasiones, ha presentado sus obras en restaurantes en la provincia de Tarragona. Determina como algo relativamente obstructivo, el tamaño de algunas obras que tiene: el precio de un cuadro, de cuatro metros, sube, aparte que hay que buscar a clientes concretos. Las mencionadas obras parecen pintadas en otra época, mucho menos materialista y con más valor estético hacia las bellas artes. Siendo de un nivel muy alto, de momento se pueden ver en su blog en internet. Su autor con pasión expone sus técnicas específicas de pintar, “utilizando el blanco natural del cuadro” o “agregando el oscuro” como si fuera una acuarela. Pinta sobre papel o tela, ya haciendo cuadros de tamaños más pequeños, para poder venderlos, aunque, reconoce, en Cataluña todavía no ha hecho lo suficiente para poder contactar con más coleccionistas y galerías.

Mientras tanto, ambos siguen realizando un romántico viaje exclusivo hacia el realismo, a través de sus espectaculares cuadros.

Fotos: cedidas




            

  

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